Sobre la Riqueza y la Desigualdad

  Hoy vamos a hablar sobre el origen de lo que consideramos “riqueza”, su origen y su importancia en la Sociedad.


  Situémonos hace 5000-1000 años: la vida del hombre era significativamente distinta a la actual. La gran mayoría vivía como cazadores recolectores, lo cual significaba un trabajo diario de varias horas para conseguir el alimento necesario para la subsistencia. Además debía uno cuidarse de los peligros que acechaban en la naturaleza, desde grandes animales depredadores hasta los virus y las bacterias que nos han acechado durante toda la historia. Luego están otras inclemencias, como las climatológicas (fríos que podían matarte de hipotermia) o simplemente las que se debían a mala suerte (una malformación o alguna enfermedad autoinmune, por ejemplo). Una vida mucho más dura a nivel de supervivencia que la actual.

  Ahora situémonos en el escenario actual: vivimos en un mundo donde podemos trabajar en labores que antes hubieran sido inimaginables, y hasta los peores trabajos podrían considerarse de mucho menor riesgo que los trabajos que hacía un ser humano antes. Los niños viven mucho más tiempo, mueren mucho menos, tienen antibióticos para combatir sus infecciones y pueden alimentarse con las suficientes calorías como para lograr un estado de salud adecuado. Por supuesto que estoy realizando generalidades: todavía existe gente que muere por hambre, por infecciones o por distintas dolencias. Pero si vemos el panorama, creo que estaríamos de acuerdo en que representamos en él a la mayor parte de la humanidad actual.

  De esto podemos deducir que ahora tenemos mucha más riqueza, o mucho más bienes, que tiempo atrás. Podemos poner otros ejemplos más directos: nadie podría haber comprado una televisión plasma hace 30 años. Nadie podría haber comprado ningún tipo de televisión, de hecho, hace 70 años. O nadie podría haber comprado, ni por toda la riqueza del mundo, algo tan sencillo como un bolígrafo hace 100 años. Simplemente no existía.
  
  Hay quienes creen que las riquezas no se crean, solo se distribuyen. Y que si alguien tiene mucho, significa que hay otra persona que tiene menos. Pero este razonamiento es totalmente contrario al que vimos en el párrafo anterior, donde vimos que la riqueza se puede crear, y por lo tanto es perfectamente posible que alguien se vuelva más rico sin que otra persona se vuelva así mismo más pobre en la misma cantidad pero en sentido contrario (como si fuera la tercera Ley de Newton). Es más, incluso sería posible esperar a que dos personas que intercambian bienes se vuelvan ambas más ricas, no solo sin necesidad de que uno salga perdiendo sino directamente con el resultado de que ambos salgan beneficiados (y probablemente este sea el tipo de transacción más frecuente en nuestra vida moderna).

  Por ello es que, si bien la desigualdad es algo que éticamente nos compete a todos, no es una prioridad a la hora de analizar los problemas que tenemos a nivel social (y mucho menos en los países de tercer mundo, donde tenemos problemas mucho más básicos). Si, por ejemplo, como vimos en el ejemplo anterior, dos personas se hacen más ricas, ¿Qué importa si una se hace mucho más rica que otra y por lo tanto aumenta la desigualdad entre ellos? Si al final lo importante es que ambas personas aumenten la calidad de vida que llevan. ¿Sería mejor, entonces, que disminuya la desigualdad entre dos personas aunque, por ejemplo, signifique esto que disminuye la riqueza de una o de ambos? Aunque parezca esto último un pensamiento muy tonto, es una idea muy comentada hoy día en muchos círculos políticos, económicos y sociales. Confunden la desigualdad con la falta de riquezas, o la desigualdad con la injusticia. Lo cual no es necesariamente correcto.

  En conclusión, creo que debemos repensar como sociedad en el concepto de desigualdad y en qué tan importante es que nos centremos en eso. ¿Debería ser nuestra prioridad por sobre disminuir la pobreza, la falta de educación, salud y nutrición de la mayor cantidad de población posible? ¿Debería estar a nivel de estas prioridades? ¿O debería estar mucho, mucho más abajo? O, de última, ¿Es incluso reprobable el hecho de que exista desigualdades? Teniendo en cuenta de que todos realzamos acciones distintas que tienen, por lógica, resultados distintos, no veo que sea una conclusión lógica decir que el hecho de estar en situaciones distintas esté necesariamente mal. Claro que abogo por que todos los ciudadanos del mundo puedan acceder a las necesidades básicas vitales mínimas para tener una vida digna; pero de ahí a pretender la igualdad total hay un trecho muy grande, por donde pasan incluso ideas de tinte autoritario que me parecen demasiado importantes como para no ser analizadas.







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