La tabla Rasa en 2 puntos: ¿Somos todos iguales al nacer?

   Recientemente vi una conferencia de Steven Pinker (psicólogo experimental, actualmente trabaja en Harvard) donde exponía las ideas principales de su libro “La tabla Rasa”. En este libro, el autor desarrolla la idea de que nuestra mente no está vacía al nacer, de que existen diferencias innatas entre todos, y que no todo lo que somos se debe a nuestra cultura o nuestra crianza.


 📜 El origen del mito.

  Situémonos en el siglo XX: un siglo donde la lucha contra la esclavitud, la discriminación racial, sexual o de otros tipos era todavía una lucha que no se sabía si algún día iba a ganarse. Los pensadores de aquel entonces abogaban por la igualdad de todos los humanos. Y probablemente nació allí la confusión de que todos somos como una “Tabla Rasa” al nacer, es decir, de que somos como un lienzo vacío. “Nacemos todos iguales, no existen desigualdades innatas”. 
  Como los nazis o el Apartheid se fundamentaban en diferencias raciales, hubo temor de que aceptar que existen diferencias entre individuos apoye las teorías de discriminación, se confundieron estas dos ideas y de ahí que una se haya fusionado con la otra. En defensa de los pensadores de aquel entonces, debo decir de que creo que lo hicieron con la mejor de las intenciones. Pero estaban equivocados.
Nuestra fisiología determina en gran parte las herramientas cognitivas con que contamos, sobre todo durante los primeros años de vida, y que pueden condicionar al resto.

 🧬 Genética y azar, más que educación y cultura.

  No solo no somos todos iguales, sino que al parecer la educación y la cultura que recibimos tampoco es tan importante como pensábamos que era a la hora de configurarnos como personas. Según estudios citados por Pinker, “los gemelos separados al nacer no se parecen menos entre ellos que los gemelos criados juntos”. Esto habla en contra de la importancia de la crianza y a favor de la importancia de la genética. Si dos gemelos se parecen en igual grado en lo que dicen, hacen, sienten y piensan tanto si viven juntos como si no, es de suponer que al final la educación que recibimos no es tan determinante para las personas que terminamos siendo. A nivel personal, es algo que realmente me cuesta asumir. Pero al parecer es hacia donde apunta la evidencia, en espera a que otros estudios bien hechos lo desmientan (o reafirmen).


  Pero también Pinker da gran importancia a otra categoría de eventos: Los eventos del “azar”, que según él, probablemente sean mucho más importantes de lo que queremos reconocer. Aunque esto quizá resulte, muy en el fondo, un concepto más intuitivo y fácil de asimilar; estoy seguro de que la mayoría recordamos eventos que definieron nuestra vida en muchos aspectos, y nos llevaron por senderos que pu

dieron haber sido muy distintos. Muy distintos incluso que los que tomaron nuestros hermanos o amigos cercanos. 
Somos el producto de genes, cultura, educación, y muchos eventos al azar.

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