LA DESIGUALDAD


 La opinión general asegura que el 1% más rico acaparó la mayor parte del crecimiento económico de las últimas décadas, y los demás intentan solo mantenerse a flote o se van hundiendo lentamente.



¿CÓMO SE MIDE LA DESIGUALDAD?

La desigualdad puede medirse mediante Coeficiente Gini: 0 cuando todos tienen lo mismo, 1 cuando una persona tiene todo y el resto nada. En general <0,25 se considera muy igualitario (Escandinavia), y >0,7 muy desigual (Sudáfrica). En EE.UU pasó de 0,44 a 0,51 de 1984 a 2012

LA DESIGUALDAD Y SU (JUSTA) IMPORTANCIA

La desigualdad de ingresos no es un componente fundamental del bienestar; no es como la Salud, prosperidad, conocimiento, seguridad o paz.

La desigualdad no es moralmente censurable en sí misma; lo censurable es la pobreza: Si una persona vive más tiempo y mejor, resulta moralmente irrelevante cuánto dinero más ganen sus vecinos.

La confusión de la desigualdad con pobreza viene de la falacia de la cantidad fija: que la riqueza es un recurso finito y que si alguien acaba teniendo más otros acabarán teniendo menos.

La mitad más pobre de la población mundial es porcentualmente tan pobre actualmente como lo era en el pasado, con apenas el 5% de la riqueza total en 2010 al igual que en 1910. Pero la riqueza total es infinitamente mayor que en 1910 → lo que nos lleva a entender que ahora tienen mucho mayor riqueza.

¿EXISTE ALGÚN PROBLEMA CON LA EXISTENCIA DE LA DESIGUALDAD?

Hay teorías, como la de la Comparación Social, Grupos de Referencia o Ansiedad por el Estatus que intentan explicar por qué la desigualdad puede generar malestar incluso si todos se hacen más rico. Pero concluir que sería preferible no tratar de mejorar las vidas de las personas solo porque tal vez mejore más la vida de sus vecinos es una decisión perversa.

Según otros autores, la ansiedad por el estatus de los habitantes de países desiguales se compensa por la “esperanza”, viendo los pobladores a la desigualdad como una oportunidad.  

Muchos estudios en psicología demostraron que las personas (desde niños) prefieren que ganancias inesperadas se repartan de forma equitativa entre los participantes, incluso si todos acaban con menos: “Aversión a la desigualdad”.

Pero otra revisión reciente descubrió que la gente prefiere la distribución “desigual” siempre y cuando el reparto les parezca justo; es decir, que sea mejor para quien trabajó más duro, ayudó más, o para un ganador de un sorteo siempre y cuando fue imparcial. Es decir, las personas están satisfechas con la desigualdad económica siempre que sientan que el país es meritocrático.

REFUTANDO EL RELATO DE LA IGUALDAD ANCESTRAL.

El relato más simple de la desigualdad dice que llegó con la modernidad; esto significaría que antes éramos todos iguales. Analizando a los cazadores recolectores vemos algunas cosas llamativas: comparten carne (suerte en la caza) pero menos vegetales (depende más del esfuerzo). Su coeficiente de Gini medio era de 0,33 - similar al de EE.UU en 2012.

Conjetura de Kuznets: a medida que los países se van enriqueciendo, deberían hacerse menos igualitarios, aunque a la postre el crecimiento de la marea eleva todos los barcos. Al final, la desigualdad termina formando una “U” invertida - aumenta y luego se estabiliza y disminuye.

Se puede ver que durante las dos guerras mundiales, la desigualdad dsiminuyó; las guerras nivelan la distribución de riquezas.

Scheidel cita 4 jinetes de la nivelación: guerras, revoluciones, colapso estatal y pandemias.

La economía de mercado es el mejor programa de reducción de pobreza que conocemos para un país entero. Y esto también ayuda a que, mediante la recaudación de impuestos, se pueda proteger a los más desfavorecidos, que son los que no tienen capacidad de producción por cuenta propia.

Quienes condenan a las modernas sociedades capitalistas por su insensibilidad hacia los pobres probablemente ignoran lo poco que las sociedades precapitalistas del pasado invertían en el alivio de la pobreza.

GASTO SOCIAL.

La explosión de gasto social redefinió el papel del estado: De la guerra a la protección de las personas.

Redistribución: El gasto social de diseña para ayudar a las personas que tienen menos dinero, mientras quienes tienen más corren con los gastos. El capitalismo de libre mercado es compatible con cualquier cantidad de gasto social.

Ley de Wagner: mientras más rico es un país, más invierte en gastos sociales. Y suele estabilizarse en torno al 25% del PIB. Por lo tanto, de esto podemos deducir que si queremos aumentar los gastos sociales necesitamos aumentar el PIB. Y la mejor manera de aumentar el PIB es mediante una economía de mercado.



El gasto social no es exactamente como el seguro; combina seguro, inversión y caridad. Por ello, su éxito depende del grado de responsabilidad que tengan los ciudadanos para con su país.



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