El intenso entrenamiento mental de los taxistas de Londres: Cómo cambia el cerebro

 

  En este artículo, hablaremos de un par de anécdotas/estudios realizados para intentar analizar qué ocurre dentro del cerebro de una persona que es sometida a un entrenamiento mental intenso durante mucho tiempo. Hablaremos primeramente sobre un grupo muy curioso de estudio: los taxistas londinenses.

  Para ser un taxista en Londres, se tienen que superar exámenes muy rigurosos, que se consideran entre los más difíciles del mundo: exige conocer sobre todo el área que corresponde a un radio de 10 kilómetros desde el centro de la ciudad (Charing Cross). Exige conocer cada calle, que son unas 25 000, y las cosas dentro de estas calles: parques, edificios, estadios, oficinas de registro, hospitales, centros de ocio, universidades, hoteles, teatros, cines, museos, galerías de arte, escuelas, estaciones, cárceles, policías, y lugares varios que puedan ser de interés para los turistas.

  Observando el cerebro de estos taxistas a través de resonancias magnéticas, se vio que en promedio tenían un hipocampo de mayor tamaño que el promedio de humanos. El hipocampo es una región del cerebro que sirve sobre todo para memorizar posición de cosas o lugares en el espacio.  Y no solo eso, sino que descubrieron que mientras más tiempo una persona llevaba como taxista, mayor era su hipocampo.



  Esto llevó a comparar este grupo con otros, para ver si el hallazgo no era casual:

- Se los comparó con conductores de autobús (realizan la función similar de conducir, aunque como siempre hacen un trayecto similar memorizan mucho menos), y los resultados seguían siendo de amplia diferencia.

  Para estar seguros de que la diferencia en el hipocampo era producida por la gran memorización de lugares, se hizo el siguiente estudio: se siguió a un grupo de aspirantes a taxistas, es decir, personas que querían ser taxistas y que iban a realizar en los próximos años el aprendizaje necesario para serlo. Se comparó a éstos con un grupo de control, que eran varones de edad similar que se dedicaban a otras cosas. Y además, se dividió al grupo de los aspirantes entre los que abandonaban y los que no.

  Al inicio del estudio todos los cerebros eran similares en promedio, no había diferencia entre grupos.

  Cuatro años después, volvió a comparar los cerebros:

- Los hipocampos de los que se volvieron taxistas era de bastante mayor tamaño que antes, es decir, aumentaron de tamaño

- Los hipocampos del grupo control eran significativamente menor

- Y además, los hipocampos del grupo que abandonó era similar al grupo control, es decir, menor que el grupo que se convirtió en taxista.

  Esto se convirtió en probablemente la mejor prueba que tenemos acerca de que el cerebro humano puede cambiar a nivel físico luego de un intenso trabajo mental de entrenamiento, a través de los años. Así como un músculo, como el bíceps o los abdominales pueden crecer y tonificarse tras largo tiempo en el gimnasio, el cerebro también puede cambiar de forma con el entrenamiento mental.

  Otro estudio de similar envergadura es respecto a la presbicia: a pacientes con presbicia se los entrenó para leer letras cada vez más pequeñas, y el resultado fue que tras varios meses de entrenamiento pudieron lograr leer letras de tamaño que antes no podían, e incluso pudieron dejar de usar gafas para leer. 

Es importante entender que este entrenamiento no mejoró la vista de estas personas, sino que mejoró la capacidad del cerebro para interpretar lo que veía; similar a lo que hacen los nuevos teléfonos celulares o los nuevos softwares de IA de procesamiento de imágenes, mejoran las fotografías, así que de una misma cámara fotográfica se pueden obtener mejores fotografías solo gracias al procesamiento.


  La conclusión de esto es que


 Es posible configurar el cerebro mediante un entrenamiento apropiado.




Fuente: “leanor A. Maguire, David G. Gadian, Ingrid S. Johnsrude, Catriona D. Good, John Ashburner, Richard S.J. Frackowiak y Christopher D. Frith, «Navigation-related structural change in the hippocampi of taxi drivers», Proceedings of the National Academy of Sciences USA, 97 (2000), pp. 4.398-4.403.”


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